jueves, 3 de junio de 2010

Dolor ajeno

La mayor precisión alcanzada con la primer saeta de mi carcaj
resultó ser un equívoco bajo las pestañas de una pradera.
No me gustaría ex-cusarme, pero la maleza de sus pensamientos
por un momento efímero me resultó peculiar.
Jamás le soporté, pero tan sola y con tanto dolor le observé
que le hubiera apoyado aun a costa de mi convicción.
Empero, el trazado oblicuo de los pesares,
la obscuridad, el odio y el rencor de su existir,
no digo justifiquen, pero sí sostienen su mísera temporalidad de caracol.
No ha sabido ganar la apuesta,
y arguyó ser quien me brindaba honores,
sutil ingenuidad de roca núbil, atravesada por la persecución de ser tierra estéril pretendiendo cosechar alguna tempestad.
Que triste me resulta observar una existencia derrochada!
le deprecio por ello
y no por los golpes ciegos que ha lanzado sobre mi transcurrir.
Pero oigo aun sus pasos, mas ya no su respirar.
De hecho, creo que nunca ha respirado,
solo de vez en cuando exhalado alguna bocanada de humo.
Desde dentro te devora,
ese es su lema, su carga, su pesar.
Su sentir se encuentra demasiado a contrapelo de su pensar.
Pero me niego a considerar el pensar como un maquillaje... No!!!
Eso no. Es su caso, su elección su desperdicio.
Su situación es maquillaje, su pensar un bálsamo que le embriaga,
que le quita la responsabilidad de sentirse mezquina.
Tanto es que sufre!
Adiós te digo, pues te he brindado la oportunidad de dar sin recibir nada a cambio
y la haz rechazado: te has creído álamo y te emocionas como páramo.
Adiós, mi pequeño error
mi gran pretensión de dotarte de vida ha resultado baladí.

No hay comentarios: