lunes, 7 de junio de 2010

Desde la empuñadura

Tácito:
Fáctica permeabilidad de mi sudor
abrigándose de la estela escueta del rubor.

Práctico:
Cenestesia aparente que se hunde bajo las tísicas llanuras
del florecimiento agrio de un otoño equivocado.

No queda superficie que afilar
se han desgastado brutalmente los excesos,
las gárgaras se deshacen
y los vómitos esparcidos son absorbidos
por el humus expectante de la cobardía.

Quizá...
Solo quizá tu entrecejo se petrifique ante mi mirada.

La última espera antes del duelo final.

La cuenta desaireada
en los soliloquios atónitos
de mi lengua
sobre la nata de tu saliva,
estragos venideros regurgitan hacia el firmamento.

Se acerca la hora,
tiembla mi pulso,
la milimétrica traza de mi sable se agudiza
bajo el brillo del que carece esta resolución.

Pero siempre caen la vendas:
ahora esgrime su muerte el motivo mi voz!

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