miércoles, 24 de septiembre de 2008

Solución Final

Que no te gusta mentir?
Entonces... sh!

Los resortes

Hay algo mas baladi que un resorte? Claro que si, pensar en el.
Sin embargo, es justamente lo trivial lo que nos diferencia del reino animal (en caso de que nuestra amabilidad excluya a los humanos de el). Un resorte sirve para varias cosas, entre ellas la de hacernos la existencia menos remota, pues siempre nos contraemos; y si aquel no fuese lo que es, como podriamos distender nuestro diafragma a las vivencias que nos tocan por azar?.
Nietzche aconsejaba retroceder, para de ese modo dar un salto mayor (enseñanza que alega haberla encontrado entre las bestias), pero cuando no nos es posible dar mas pasos hacia atras, como hacer para dar un brinco cuya dignidad supere a la de las langostas? No podemos, es evidente. Pero no todo es tan simple. Un resorte puede solucionarlo, y de hecho, si consiguiesemos ver nuestras espaldas con nuestros propios ojos hallariamos aquel resorte que la experiencia nos ha forjado bajo la rubrica de un don, o sea, el don de la conciencia. Claro que tendriamos que entender que "no tenemos conciencia" y mucho menos ella nos tiene a nosotros. No. Toda conciencia es conciencia-de, y punto. Nada de substancia escolastica ni aristotelica, tampoco cartesiana ni freudiana. Todo es un mar entonces?. La respuesta obvia es que no, puesto que existen los resortes. Ellos no obligan, nos intiman y nos acicatean siempre indomeñablemente a pensar en aquello frente a lo cual rehuimos, pero que el azar en unos casos, lo imposible en otros, nos pone delante para que cuando retrocedamos aterrados ante lo desconocido y siniestro que nuestra propia imagen es para notros mismos, un impulso impetuoso nos arroje hacia adelante.
El problema, como siempre, es que el espejo se raje.

lunes, 30 de junio de 2008

Destino

Lo hemos forjado los tres,
de este modo,
juntos los tres,
por siempre
para los tres.

jueves, 26 de junio de 2008

Fracaso

Si hay temor hay privilegio para con cualquier punto, por intrascendental que sea, que se nos ofresca como pivote para esquivar el tesoro que nos depara lo temible. El fracaso, por ejemplo, se escuda en el temor, ergo, un fracasado resulta siempre ser el heraldo de lo a temer. Nada mas temible que un fracasado. Recuerdo un libro donde se hablaba de la voluntad de fracaso, por supuesto, semejante expresion solo puede surgir de un sociologo americano. Un aleman simplemente sonreiria al pensar en voluntad de fracasar, y Schopenhauer primero que todos.
Nunca se teme al exitoso, a este se lo envidia en todo caso, pero se teme a los caidos existenciales. Tambien se teme, no a las personas, sino a aquello que en nuestra historia ha sido un fracaso, marcas estructurales en nuestro modo de dirigirnos en el mundo. Pero no se trata de pasado historico, el fracaso apunta y se establece como tal en el futuro, en tanto que ek-stasis. Siempre fuera, siempre allende el proyecto que se estrella contra la facticidad que se anticipa al fracaso concreto. Un fracasado es tambien un visionario, este es el origen de las ciencias manticas: gozar del fracaso. No hay mayor goce para el hombre que lamer las esquirlas de un proyecto que yerra, y consideremos que todo proyecto erra, mal que le pese a Sartre.
El temor fracasa tambien, es por ello que tan bien le cabe el fracaso.
Pero resulta que ya no hay nobleza en la temible perdida de nuestras ideas, ellas simplemente se desparraman en la nada que las separa del pensamiento, y temiendo encontrarse a ese alguien que las podria inscrir como fracasadas en su ex-sistir, arando todas sus posibilidades de anclarse en algun otro que las asuma como propias...simplemente huyen.

viernes, 20 de junio de 2008

El Tedio

Hay momentos y momentos en que esos momentos se desintegran momentaneamente.
Uno de ellos es aquel en que el trabajo asalariado, el lucro moderno de la esclavitud,
se nos cae en la misma idea que tenemos acerca de nuestro arte.
La pregunta obvia surge de las entrañas de las minimas horas semanales exigidas
por nuestro ingenuo alquiler: que hago yo aqui?
Paso el tiempo o me es hurtado mi temporizarme como ser unico?
Que sentido posee, si es que lo posee, es sutileza de psicologos atravesados por la laboralidad,
pero todo psicologo sabe que trabajar es o bien expropiar; como los psicoanalistas saben hacerlo; o bien ser expropiado...
por cualquier agente social economicamente superior. No hay dos definiciones del Trabajo, solo esta.
Hacer lo que uno desea, o sea explanar su pro-yecto existencial, no es trabajar. La ambiguedad es que se suele cobrar, pero justamente esa es la astucia de la cultura!!! La dignidad del trabajo es un invento burgues, simplemente.
No hay salida acaso? Ciertamente, si ponemos en el mismo frasco a socrates y a los sofistas, y lo agitamos con claridad, tendriamos como producto al señor Lacan, y el si sabe de trabajo. Tanto es asi que
expropio del sufrimiento ajeno a cuanto fracasado se le ha cruzado por su divan, y cuanto peor si ese frecasado era un cretino... pues un cretino analizado es mas peligroso que uno sin analizar.
Pero el tedio, el tedio surge cuando dentro de nuestro ambiente laboral sentimos
el modo exacto en que nos encontramos arrojados a no ser mas que una moneda de cambio...
unica, si, pero a la cual no se le permite ser irrepetible, por mas que en su facticidad lo sea,
pues todos los dias la misma accion infatigable de arruinarse la vida en son de matar el poco tiempo que nos queda. Tedio, solo eso. El psicologo laboral es un agente de la nausea, el psicoanalista un agente de la angustia. Se lucra con el fracaso existencial y se trabaja con el vericueto de ser trabajado, para asi, dentro del circuito de la productividad moderna, hiur del ser que ahi es. Se expropia la angustia o se genera nausea, trabajar asociando libremente es donar a un incongruente aquello que nos arrojan a cambio del tedio que nos obligan a vivenciar trabajando a cambio de dinero. Y el tiempo dicen que es dinero!!! Tedio, solo eso.

jueves, 19 de junio de 2008

Asi comienza

¡Pastores del campo, triste oprobio, vientres tan solo!
Sabemos decir muchas mentiras con apariencia de verdades; y sabemos, cuando queremos, proclamar la verdad.