martes, 13 de abril de 2010

NON DIXIT

Especialmente,
cuando no sobrevuela especias hediondas,
el caldo de su fruto me sugiere un plato inodoro.
Solaz periférico de cruentos encuentros,
quisiera que sepas que mi lengua no te besa.
Tu tibieza,
y bien sabemos a quien Dios vomita,
no me resulta repugnante ante el caldo en que cultivas el pasto de tus corceles,
antes bien,
me refriego entre la montura con que el bozal de tus intenciones
te matiza en un solio pestilente.

El viento que alucina la marea,
la tierra que añora su noche de arcilla.

Oh! agua.
Oh! sangre.

Que la densidad sea quien decida su suerte.
Que floten los desertores de la vida y vuelen lo livianos de asperezas.

Por mi parte
parto
hacia los subsuelos de la
partida
de dados en que se
reparten
la fortuna el miserable y el destinatario de mi
arte.
Pero tus recetas no las cobijaré ya
en el tálamo de las hojas perdidas entre la hojarasca;
no habrá lecho nupcial entre vuestras idiósticas palabras de cortesía
y el filo con el que hoy talo vuestros decires.

Mis manos agotadas de refregarse la mirada,
ya no escriben como antaño.
Mi mente augusta carece de fulgor que la mocedad concede.
Y es así que hoy,
por entre el silencioso brío de mi altivez,
despídote de toda esa rutina con que vislumbré
la desnudez de aquel supuesto Rey.